El gobernador Axel Kicillof enfrenta la necesidad de moderar la interna del peronismo bonaerense mientras surgen señales de división en el partido. Aunque se mantiene enfocado en la gestión, recorre distritos donde La Cámpora tiene influencia política y se muestra con otros sectores, como la UOM en Mar del Plata, sin involucrarse directamente en la reciente disputa interna. Sin embargo, los gestos de los distintos entornos complican la unidad del partido.

Por un lado, el ministro Andrés «Cuervo» Larroque y otros dirigentes peronistas han cuestionado la conducción de Cristina Kirchner, lo que ha generado tensiones evidentes en el peronismo bonaerense. Axel Kicillof, cercano a la mesa política de Larroque y otros referentes, ha mantenido una postura de evitar confrontaciones directas, enfocándose en la agenda de gestión. Recientemente, ha visitado municipios como Quilmes y Hurlingham, gobernados por La Cámpora, aunque los encuentros han sido descritos como fríos.

En su recorrido por la Quinta sección electoral, Kicillof ha mantenido una agenda variada, inaugurando obras y participando en eventos políticos. En Mar del Plata, tuvo un encuentro significativo en el Congreso Nacional de la UOM, donde su presencia fue respaldada por figuras como Abel Furlán, quien previamente expresó su preferencia por Kicillof sobre otros líderes peronistas. Esta preferencia también se refleja en la relación fluida entre Kicillof y Sergio Massa, así como en su apoyo a las políticas gubernamentales.

En medio de esta compleja situación, Kicillof busca evitar la confrontación directa y salir indemne de las tensiones internas del peronismo bonaerense. Mientras tanto, figuras como el intendente Jorge Ferraresi han estado trabajando discretamente para generar un espacio de re-discusión en el partido, lo que ha generado reacciones diversas en el ámbito peronista. Kicillof enfrenta el desafío de mantener la estabilidad interna del partido mientras continúa su gestión al frente de la provincia de Buenos Aires.