La economía enfrenta un desafiante panorama marcado por una clara recesión, reflejada en la caída del 8,4% en la actividad económica en marzo, el índice más bajo desde agosto de 2020. Sectores como la construcción, la industria y el comercio registraron significativas bajas, mientras que el agro, la minería y las actividades vinculadas a servicios sociales, de salud y enseñanza experimentaron incrementos.
Los factores que explican esta situación incluyen el salto discreto en el tipo de cambio oficial, la suba del Impuesto PAIS y la marcada aceleración inflacionaria. A pesar de que algunos economistas consideran que en abril se podría haber tocado un piso en la caída, advierten que el terreno aún podría ser «pegajoso», con una «moderación de la caída» más que una recuperación significativa.
En la segunda parte del año, se espera que el agro, el sector energético impulsado por la producción de petróleo en Vaca Muerta, y la minería sean clave para estimular la recuperación económica. Sin embargo, los rubros vinculados al mercado interno podrían tardar más en retomar la senda positiva.
Variables como el consumo privado, el gasto público, la inversión y las exportaciones jugarán un papel crucial en la evolución económica. Se espera que el consumo privado se recupere con el aumento del salario real y la mejora del empleo, mientras que el gasto público y la inversión podrían ser más lentos en recuperarse. Las exportaciones podrían tener un desempeño más favorable, pero las importaciones seguirán siendo afectadas por la caída de la demanda interna.
Se proyecta una recuperación gradual y orientada principalmente hacia el mercado externo, mientras que el mercado interno enfrenta un panorama más desafiante. La estabilización real de la economía aún parece estar lejos, y la incertidumbre persiste en cuanto a la velocidad y la amplitud de la recuperación económica.


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