El proyecto de Presupuesto 2025 presentado por el Gobierno ha generado controversia por la estimación de inflación que propone. El documento prevé que el índice inflacionario para el próximo año será de 18,3%, una cifra que contrasta fuertemente con las proyecciones del sector privado, que calculan una inflación de al menos 38,4%, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central. Este desacuerdo ha suscitado especulaciones sobre las intenciones del Gobierno, ya que algunos analistas sugieren que esta subestimación podría ser una táctica para aumentar la recaudación sin someterse al control del Congreso.
El contraste entre las previsiones es notable. Mientras que el REM estima una desaceleración de la inflación para 2025, pero aún dentro de márgenes elevados, el Gobierno espera un desplome mucho más abrupto. Según el Presupuesto, la inflación anual se reduciría de 104% este año a un 18,3% el próximo, lo que implicaría un promedio mensual inferior al 1,3%. Esto ha generado dudas sobre la viabilidad de esa proyección, ya que los analistas calculan que la inflación mensual en 2025 se mantendrá alrededor del 2,7%

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Entre las posibles razones de esta divergencia, algunos economistas señalan que el Gobierno podría estar calculando la inflación por debajo de lo real para evitar restricciones legislativas en sus gastos. Esto permitiría disponer de un mayor margen de maniobra si la inflación real fuera mayor a la proyectada, generando ingresos extra no previstos inicialmente.
Esta práctica de subestimar la inflación en el Presupuesto no es nueva en Argentina y ha sido utilizada en gobiernos anteriores para sortear la vigilancia del Congreso sobre los gastos públicos. Un antecedente es el período kirchnerista, cuando las cifras oficiales de inflación diferían sustancialmente de las estimaciones privadas. También se menciona el caso de la gestión de Mauricio Macri, que en 2018 proyectó una inflación de 10%, pero la crisis cambiaria desbarató esos planes.
Otro factor que influye en la proyección oficial es la estimación de un ajuste moderado del dólar oficial, que alcanzaría los 1.207 pesos para diciembre de 2025, lo que representa un aumento menor al 15% anual. Esto sugiere una caída general en la nominalidad de las variables económicas, alineada con la baja inflación proyectada.
No obstante, para que el escenario oficial se materialice, sería clave la implementación exitosa de la segunda fase del plan económico, que incluye la eliminación de la emisión monetaria. Economistas como Domingo Cavallo advierten que, además de esta medida, sería necesario unificar el mercado cambiario y establecer un plan de estabilización, lo que permitiría contener la inflación tras un posible salto del tipo de cambio. Por el momento, no se han revelado detalles sobre la estrategia oficial en esta dirección.


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