La regla de los 90 segundos, propuesta por la neurocientífica de Harvard Jill Bolte Taylor, es una técnica respaldada por estudios científicos que ayuda a gestionar emociones negativas de forma efectiva. Según Bolte Taylor, las emociones son respuestas fisiológicas desencadenadas por estímulos externos y su duración natural en el cerebro es de apenas 90 segundos. Pasado este tiempo, cualquier emoción persistente no se debe al evento original, sino a un bucle emocional autoinducido generado al enfocarse en pensamientos sobre la situación que causó la molestia.

Esta técnica enfatiza la importancia de dejar fluir las emociones sin resistirse ni alimentarlas, fomentando así la autorregulación emocional, una habilidad central de la inteligencia emocional. Los beneficios incluyen una reducción del estrés y la ansiedad, mejores relaciones interpersonales y una toma de decisiones más clara y objetiva.

Para aplicar la regla de los 90 segundos, Bolte Taylor sugiere tres pasos: primero, reconocer la emoción que se está experimentando; segundo, observarla sin intervenir durante 90 segundos mientras se enfoca en la respiración; y tercero, evitar pensar en el evento desencadenante una vez pasada esta fase. Si persiste la incomodidad, se recomienda repetir el proceso. Este enfoque facilita la calma y mejora la claridad mental, lo que contribuye a una mejor comunicación y a la resolución de conflictos tanto en el ámbito personal como laboral.

Además, esta práctica fortalece la autoconciencia y la empatía, habilidades clave para manejar interacciones humanas en diversos contextos. La regla de los 90 segundos es, en esencia, una herramienta sencilla pero poderosa para alcanzar un mayor bienestar emocional y relaciones más saludables.