La contundente victoria de La Libertad Avanza (LLA) en las elecciones legislativas de la Ciudad de Buenos Aires encendió las alarmas en el kirchnerismo y profundizó las tensiones internas. Desde La Cámpora, apuntaron directamente contra el gobernador bonaerense Axel Kicillof por su decisión de desdoblar los comicios en la provincia de Buenos Aires, mientras promueven con fuerza la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner para septiembre como única vía para movilizar al electorado peronista.
Con una participación histórica a la baja del 53% —la más baja en 28 años en la Ciudad— y una derrota ajustada de Leandro Santoro (27,35%) frente al libertario Adorni (30,13%), en el kirchnerismo duro se reinstaló la idea de que el desdoblamiento electoral fue un error estratégico. “Provincializar la elección no funciona y no funcionó en ningún lado”, afirman referentes del sector, convencidos de que una boleta encabezada por CFK podría ser el incentivo necesario para revertir la apatía de los votantes bonaerenses.
En ese contexto, La Cámpora redobla su presión para que la expresidenta sea candidata a diputada provincial por la tercera sección electoral, una zona clave del conurbano. Dirigentes cercanos a Cristina aseguran que su decisión ya está tomada, aunque reconocen que el cambiante escenario político podría modificar los planes antes del cierre de listas. Incluso, algunos especulan con que Fernández de Kirchner podría presentarse a nivel nacional, en caso de que Kicillof insista con colocar candidatos propios en territorio bonaerense.
El conflicto interno se da en un contexto de creciente urgencia por mostrar unidad de cara a las elecciones bonaerenses, donde el peronismo se juega su bastión más importante. Sin embargo, las señales de reconciliación entre los distintos sectores son, por ahora, débiles. Desde el entorno de Kicillof niegan que exista un canal de diálogo abierto con Cristina o con Máximo Kirchner, y afirman que fue la propia expresidenta quien en abril cerró la vía directa, al derivar cualquier discusión electoral a su hijo.
En La Plata aseguran que La Cámpora socava constantemente la figura del gobernador, a pesar de un supuesto pacto de no agresión. Un ejemplo reciente ocurrió en un acto en Lanús, donde el intendente Julián Álvarez habló con una pantalla de fondo que lucía la consigna “Cristina 2025”. Desde el kicillofismo retrucan: “No somos nosotros los que estamos provocando todo el tiempo”.
Kicillof, por su parte, se prepara para el plenario del Movimiento Derecho al Futuro que se realizará el 24 de mayo, donde buscará mostrar fuerza política con el respaldo de más de 40 intendentes y dirigentes del peronismo bonaerense. El objetivo: consolidar su espacio y disputar las listas sin ceder completamente al kirchnerismo duro.
A nivel nacional, el peronismo interpreta los 27 puntos de Santoro en la Capital como un dato alentador, más allá de la derrota. Señalan que reflejan un escenario equilibrado en el que “la mitad del país es violeta y la otra mitad peronista”, lo que obliga al PJ a competir unido en la provincia. Sin embargo, tanto el kirchnerismo como el sector de Kicillof se reclaman mutuamente la convocatoria a esa unidad.
En contraste, en distritos como Jujuy, Salta y Chaco, el peronismo sufrió desempeños aún más bajos, lo que refuerza la importancia estratégica de Buenos Aires para el futuro del espacio. En la Ciudad, a pesar de la derrota, el peronismo logró colocar 10 legisladores, uno menos que LLA pero el doble que el PRO, gracias al armado territorial de Juan Manuel Olmos, que se desmarcó del PJ nacional y logró replicar los mejores números del peronismo porteño.
En medio del clima de tensión y definiciones cruciales, el peronismo enfrenta el desafío de recomponer su estrategia y su liderazgo, en un escenario marcado por el avance libertario, el desgaste de las figuras tradicionales y una participación ciudadana en declive.


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