Mientras el peronismo bonaerense intenta contener una interna creciente, el armado de una alianza entre La Libertad Avanza (LLA) y el PRO avanza con firmeza en el mismo territorio. En simultáneo, Cristina Fernández de Kirchner reapareció públicamente en un acto simbólico en la sede histórica del PJ, mientras aguarda un fallo adverso de la Corte Suprema por la causa Vialidad que podría significar su encarcelamiento.
En una jornada cargada de señales políticas, Cristina Kirchner encabezó un acto en el PJ por el aniversario de los fusilamientos de José León Suárez, donde declaró que “estar presa es un certificado de dignidad”. La frase, cargada de sentido político, funcionó como un desafío a la Corte en la antesala de un posible fallo que podría confirmar su condena. Pese a no estar inicialmente en agenda, el gobernador Axel Kicillof asistió al evento, rodeado de figuras de su gabinete habitualmente críticas del cristinismo, como Carlos Bianco y Andrés Larroque. Cristina, sin mencionarlo, le habló directamente desde el escenario y reclamó “desprendimientos personales” ante el difícil momento político.
Mientras tanto, en otro punto de la Ciudad de Buenos Aires, referentes del PRO como Diego Santilli, Cristian Ritondo y Guillermo Montenegro se reunieron con Sebastián Pareja, operador clave de LLA en la provincia, para avanzar en los términos del frente electoral que ambas fuerzas conformarían para las elecciones del 7 de septiembre. “Está encaminadísimo”, afirmó un dirigente del PRO tras la reunión, anticipando que esta semana comenzará el cruce de datos entre intendentes de ambos espacios.
La alianza LLA-PRO avanza más allá de las disputas por nombres, colores y sellos. Aunque Karina Milei mantiene firme su decisión de no ceder en la identidad libertaria del espacio, entre los dirigentes que antes respondían a Mauricio Macri comienza a instalarse resignación: “Si el frente se termina llamando Frente Libertad Avanza, ¿vamos a decir que no?”, se preguntó en voz alta un referente presente en el encuentro.
En contraste, el peronismo enfrenta una interna que amenaza con profundizarse si la Corte Suprema confirma la condena de Cristina Kirchner antes del cierre de listas del 19 de julio. Pese a la foto de unidad que ofrecieron CFK y Kicillof, los cortocircuitos persisten. Jorge Ferraresi, uno de los intendentes que promueve la autonomía del gobernador dentro del PJ, se desmarcó del acto y en un encuentro con periodistas locales reafirmó su candidatura a concejal, desoyendo la posible proscripción de la expresidenta.
En medio del clima de incertidumbre, varios gremios ya advirtieron que convocarán a un paro si la Corte condena a Cristina. Sin embargo, dentro del propio gobierno nacional reina la confusión: no existen canales fluidos de intervención o interlocución con la Corte, y el Ejecutivo evita involucrarse directamente. Cristina, por su parte, cargó en su discurso contra lo que denominó “la derecha mafiosa”, en alusión al macrismo, y recordó a Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, aunque evitó mencionar directamente al oficialismo actual.
Desde La Libertad Avanza, el legislador Agustín Romo aseguró que una condena a Cristina Kirchner no beneficia al oficialismo: “Una condena va a fomentar la unión del peronismo y a victimizarla”. El entorno libertario evalúa que la figura de la expresidenta podría terminar polarizando aún más el escenario político, en un proceso que comparan con lo sucedido con Lula Da Silva en Brasil.
Precisamente, Cristina se aferra al espejo del mandatario brasileño, quien recuperó su liderazgo tras ser encarcelado por causas que luego fueron anuladas. El Grupo de Puebla, con apoyo de figuras como José Luis Rodríguez Zapatero, Rafael Correa y Alberto Fernández, ya emitió un comunicado en rechazo a lo que califican como “proscripciones políticas”.
En su reaparición, Cristina evitó identificarse con Carlos Menem, cuya detención por causas de corrupción ocurrió un 7 de junio de 2001. Prefirió, en cambio, recordar hechos históricos de persecución al peronismo como los fusilamientos de 1956 y el bombardeo a Plaza de Mayo en 1955. Según sus allegados, el mes de junio representa un punto crítico para el futuro del movimiento.
El panorama político bonaerense, a tres meses de las elecciones, presenta así dos caminos opuestos: mientras el peronismo intenta evitar una fractura interna ante la amenaza judicial que se cierne sobre su principal figura, la oposición afina los detalles de una alianza que podría consolidar un frente común entre liberales y macristas. La provincia, como tantas veces, vuelve a ser el epicentro del drama político nacional.


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