Israel intensifica su ofensiva aérea contra Irán

En medio de una escalada sin precedentes en Medio Oriente, Israel continúa su ofensiva aérea contra objetivos militares y nucleares en Irán, mientras Estados Unidos —con Donald Trump al mando— presiona por una resolución diplomática que evite una guerra regional. Sin embargo, todas las miradas están puestas en la decisión final del líder supremo iraní, el ayatollah Ali Khamenei, quien mantiene una postura desafiante ante los ataques.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha centrado sus esfuerzos en debilitar progresivamente la capacidad militar iraní, mientras que desde Washington Trump ya evalúa abiertamente la posibilidad de un colapso del régimen teocrático de Teherán, si no se avanza hacia un acuerdo.

Ataques e intentos fallidos de diálogo

En los últimos días, Israel bombardeó las rutas de acceso a la planta nuclear de Fordow, así como instalaciones en Teherán, incluyendo la prisión política de Evin y centros de la Guardia Revolucionaria. La ofensiva se enmarca en un plan conjunto con Estados Unidos, que ya destruyó parte de las instalaciones nucleares en Fordow, Natanz e Isfahan, mediante el uso de bombarderos B-2 y armamento anti-búnker.

Antes de la intervención directa, la Casa Blanca intentó abrir un canal diplomático a través del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, quien ofreció Estambul como sede de una cumbre. Steve Witkoff, enviado especial de Trump, y el vicepresidente J.D. Vance se preparaban para viajar, pero el canciller iraní Abbas Araqchi comunicó que no logró dialogar con Khamenei. Minutos después, Trump ordenó el ataque.

Khamenei endurece su postura

El líder religioso iraní respondió desde su cuenta oficial en X: “El enemigo sionista ha cometido un gran crimen y debe ser castigado; está siendo castigado ahora mismo”. Fuentes cercanas al gobierno iraní no descartan ataques de represalia contra bases militares estadounidenses en Irak y Siria. El Pentágono mantiene unos 2.500 efectivos en Irak y una presencia clave en la base de Al Tanf, en Siria.

El temor a una escalada mayor se intensifica con la posibilidad de que Hezbollah, Hamas o los hutíes —todos aliados regionales de Irán— se involucren en el conflicto. Israel se encuentra en máxima alerta ante posibles atentados.

Riesgo de bloqueo del estrecho de Ormuz

Más allá de la dimensión militar, Irán también amenaza con generar un impacto económico global: el Parlamento aprobó la posibilidad de cerrar el estrecho de Ormuz, punto estratégico por donde transitan más de 15 millones de barriles de petróleo diarios. La decisión final está en manos de Khamenei. En caso de bloqueo, Trump anticipó que responderá con una nueva ofensiva, respaldada por Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

Un cierre de Ormuz podría disparar el precio del petróleo y agravar la inflación en Estados Unidos, lo que agrega un componente económico a la tensión geopolítica.

Putin entra en escena

Frente a la falta de avances diplomáticos, Trump recurrió a Vladimir Putin para que actúe como mediador con Teherán. El presidente ruso mantiene contacto directo con Netanyahu y Trump, y esta semana recibirá en Moscú al canciller Araqchi para transmitirle los mensajes occidentales.

Putin podría aprovechar el rol de mediador en Medio Oriente como moneda de cambio en el conflicto con Ucrania, posicionándose como figura central en las negociaciones internacionales.

¿Caída del régimen teocrático?

En la Casa Blanca ya no descartan un cambio de régimen en Irán como objetivo estratégico. Si Khamenei no cede a la vía diplomática, Trump estaría dispuesto a intensificar las operaciones para debilitar al régimen desde sus bases. La idea cuenta con el apoyo de Israel y de varios miembros clave de la Liga Árabe.

Por ahora, Estados Unidos e Israel insisten en su preferencia por una salida negociada que garantice el fin del programa nuclear iraní. Pero si Teherán insiste en su postura desafiante, el conflicto podría escalar a niveles inéditos, con consecuencias globales.

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