El Gobierno apuesta a controlar el dólar con restricción monetaria y tasas reales positivas

El dólar aumentó más del 10% en apenas dos semanas, generando preocupación en el mercado por la velocidad del ajuste. Aunque desde el Ministerio de Economía descartan un escenario alarmante, advierten que una escalada mayor podría trasladarse a precios, reactivando la inflación por encima del 2% mensual en los meses previos a las elecciones.

El tipo de cambio oficial minorista subió el lunes de $1.260 a $1.280, mientras que el mayorista cerró en $1.264. Esta suba se da en un contexto de fuerte liquidación de divisas por parte del sector agroexportador, que aprovecha la ventana de 15 días —vigente hasta el 21 de julio— para ingresar dólares con una carga impositiva menor. Sin embargo, en el mercado ya anticipan una escasez de divisas en lo que resta del tercer trimestre, lo que llevó a muchos a cubrirse comprando dólares.

La cotización actual ya superó el valor medio de las bandas cambiarias, y se teme que avance hasta el techo de $1.450. Además, la reciente decisión de JP Morgan de desmontar posiciones de “carry trade” (pasar de pesos a dólares) alimentó aún más la presión sobre el mercado cambiario.

A pesar de este panorama, algunas Alyc —como IEB— consideran que el contexto actual podría reactivar oportunidades de carry trade, dado que el dólar podría estar por encima de su valor teórico. Según sus estimaciones, el valor de equilibrio del CCL (contado con liquidación) rondaría los $1.229, por lo que podría ser momento de volver a colocarse en instrumentos en pesos, que ofrecen rendimientos en torno al 3% mensual.

En paralelo, el Banco Central sigue vendiendo contratos de dólar futuro para intentar contener la expectativa devaluatoria, aunque con resultados limitados. Al mismo tiempo, el Tesoro continúa con compras de dólares en bloque. El 3 de julio, por ejemplo, se habría incorporado al menos USD 200 millones, según estimaciones basadas en datos de reservas y circulación monetaria.

El atasoramiento de dólares por parte del público se mantiene alto: en mayo se registraron compras por USD 2.000 millones, y la reciente suba del tipo de cambio podría aumentar esa demanda.

Desde el equipo económico liderado por Luis Caputo se muestran confiados en que el plan económico en curso será suficiente para frenar la escalada. Apuntan a una combinación de superávit fiscal, racionalización del gasto estatal, emisión monetaria controlada y tasas de interés reales positivas como elementos centrales para estabilizar el dólar.

Sin embargo, el gran interrogante es si el techo temporal de la cotización se situará en torno a los $1.300 o si la presión continuará. Una suba más allá de ese nivel, combinada con la cercanía de las elecciones —el primer test será el 7 de septiembre en Buenos Aires— podría reactivar las expectativas inflacionarias, con consecuencias políticas y económicas delicadas para el Gobierno.

“Ponerse nervioso por un ajuste del dólar en un régimen de flotación con suba de reservas no tiene sentido”, argumentó un operador financiero. No obstante, reconoció que hay sectores del mercado que especulan con una crisis para debilitar al oficialismo.

El Gobierno enfrenta así un delicado equilibrio: buscar que la suba del dólar sea contenida, evitar un rebrote inflacionario y mantener la estabilidad financiera, todo en un escenario de creciente incertidumbre política de cara a los comicios provinciales y nacionales.

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