El financiamiento al sector privado atraviesa una escalada inédita: en apenas un mes, la tasa que pagan las empresas para acceder a adelantos en cuenta corriente pasó de 31% a más del 90%. Este salto se explica por la eliminación de las Letras de Financiamiento (LEFI) y las recientes subas de encajes bancarios, en el marco de una política monetaria contractiva del Gobierno.
Los adelantos en cuenta corriente son créditos de corto plazo que las compañías utilizan para cubrir faltantes de caja entre ingresos y egresos. La suba de tasas encareció drásticamente este instrumento clave para sostener capital de trabajo, lo que obliga a muchas firmas a retrasar pagos a proveedores, reducir producción o postergar inversiones.
Según datos del mercado, la tasa trepó de 38% a comienzos de julio a un pico de 93,3% el 14 de agosto, y aunque luego retrocedió, se mantuvo por encima del 80%. En contraste, los plazos fijos pasaron de 30% a 50% nominal anual, y los préstamos personales se estabilizaron entre 70% y 80%. Todo esto frente a una inflación proyectada en 21% para los próximos 12 meses.
Desde las entidades financieras señalan que los créditos corporativos de mayor volumen fueron los más afectados por la falta de liquidez y la incertidumbre sobre la evolución de las tasas. La combinación de riesgo, urgencia y medidas restrictivas llevó a los bancos a encarecer el financiamiento.
El Gobierno, por su parte, endureció las condiciones de crédito para estabilizar el dólar y contener la inflación en un contexto electoral. Tras tres subas consecutivas, los encajes bancarios alcanzaron su nivel más alto desde 1993. El ministro de Economía, Luis Caputo, admitió que la estrategia afectará la actividad económica en el corto plazo, aunque la consideró una medida transitoria.


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